El Espectador explica. Es momento de hablar de Ecuador, de la crisis social y política. ¿Por qué tanta violencia? ¿Es equiparable lo que pasa en Ecuador con lo que pasó en Colombia hace 30 años? ¿Qué significa que hayan declarado un conflicto armado interno en el vecino país? Estas y otras preguntas tendrá una posible respuesta en este boletín que hemos pensado para esta semana.
Hay que volver varios meses atrás, incluso más de los que vamos a plantear, pero tenemos que recordar el asesinato del candidato presidencial Fernando Villavicencio, quien recibió varios disparos el miércoles 9 de agosto y falleció minutos después. Quizá ese hecho terminó por reafirmar que la violencia y el narcotráfico se habían apoderado del país. Un tejido social roto y un poder que tendría la dura prueba de enfrentar a las bandas que quisieron hacerle frente a un Estado que perdió su control.
La violencia en Ecuador ha ido creciendo, esa mala noticia se ha dado en los últimos años. La agencia AFP contaba que “En 2022 los asesinatos casi se duplicaron con respecto al año anterior, 25 por cada 100.000 habitantes, y para 2023 pasaría a una tasa de hasta 40, según proyecciones de expertos”. De 2009 a 2021, la población carcelaria pasó de 11.000 a 40.000. Según un informe de Crisis Group, “con el salto de 180 % en el número de asesinatos que ya se reportaba entre 2020 y 2021 (para un total de 3.538), la Policía ha atribuido el 80 % de esas muertes a choques entre grupos criminales que se disputan el control sobre la distribución y la exportación de droga”. Y, “en cuestión de 12 meses, Ecuador vio un salto de 86 % en su tasa de homicidios, con 25,9 por cada 100.000 habitantes al cierre de 2022, según cálculos de InsightCrime. Esto, en un total de 4.603 asesinatos. Su tasa solo es superada por Colombia (26,2), Honduras (35,8) y Venezuela (40,4)”.
En una entrevista que María José Barrios, periodista internacional de este diario, le hizo a Carolina Andrade, secretaria de Seguridad de Quito el año pasado, esta última dijo tras el asesinato de Villavicencio que “En este momento no existe confianza en las instituciones, se ha demostrado un nivel de impunidad, de encubrir a los verdaderos responsables, sobre todo conectados con el nivel político, de toma de decisiones. Esperamos que se desarrolle una investigación transparente que nos muestre cuáles son los vínculos con el narcotráfico, con la delincuencia organizada, con los espacios de poder, con el sistema de justicia, con el sistema judicial. Ese es el objetivo, porque estamos ante un hecho de violencia política que nos muestra que la criminalidad ha penetrado en los diferentes niveles del Estado”.
Rodrigo Uprimny, columnista de El Espectador, en su más reciente columna cita al criminólogo ecuatoriano Jorge Paladines, y escribe que “en su sugestiva publicación “Matar y dejar matar”, enfatiza tres: i) el desmantelamiento de la política social, que debilitó la respuesta estatal a las demandas sociales, especialmente de los jóvenes; ii) el fortalecimiento de las bandas criminales, como Los Choneros o Los Lobos, por su mayor involucramiento en el narcotráfico internacional, en alianza con mafias transnacionales. El último informe de cocaína de UNODC señala que casi una cuarta parte de la cocaína decomisada en Europa en 2021 provenía de Ecuador. Y iii) el control casi total de las cárceles por esas bandas”.
Una vez aclarado un poco el contexto de violencia en Ecuador, podemos volver a los hechos cronológicos, pues tenemos que regresar dos semanas atrás, cuando el 4 de enero el presidente Daniel Noboa -elegido en octubre del año pasado para culminar un período que culminará en 2025 tras la salida de Guillermo Lasso del poder-, anunció que decretaría estado de excepción por los motines que se presentaron en al menos seis cárceles del país.
“Acabo de firmar el decreto de estado de excepción para que las Fuerzas Armadas tengan todo el respaldo político y legal en su accionar, dijo Noboa en su cuenta de Instagram, además de señalar que “Lo que vivimos (este lunes en las cárceles) es una muestra de que las cosas deben cambiar en el país y que las leyes que tenemos no son suficientes para vivir en paz”.
No solo habían sido los motines, sino también la fuga de José Adolfo Macías Salazar, alias “Fito”, líder de la banda “Los Choneros”, una de las más peligrosas de Ecuador. Y no es un hecho menor este, pues se presume que ‘Fito’ tiene nexos con carteles mexicanos, además es señalado de haber amenazado a Fernando Villavicencio, el candidato presidencial que fue asesinado el año pasado.
Andres Osorio
Editor de newsletter de El Espectador
17 de Enero 2024
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