Todo indica que Javier Milei será otro mandatario populista en América Latina. Hasta ahí, nada nuevo; uno más en la larga lista de políticos que han sabido capturar el descontento popular para llegar a la presidencia. Pero eso no es todo, porque si así fuera no estaría escribiendo esta columna. ¿Qué hay de distinto entonces? Pues que Milei hace parte de un fenómeno mucho más amplio y más preocupante, que está socavando la democracia desde adentro. Milei ha reconfirmado, después de Trump, Bolsonaro y Chávez, entre otros, que para convencer a los votantes es menos importante tener buenas ideas que instigar sus pasiones. Me dirán ustedes que otros políticos han hecho eso en el pasado. Es verdad, pero lo hacían sin las redes sociales y eso disminuía sus posibilidades de éxito. Me explico: estamos viviendo al ritmo de las redes sociales. O, mejor, a su imagen y semejanza, pues Facebook, Twitter, TikTok no reflejan la realidad, sino que la realidad las refleja a ellas. El mejor ejemplo de